domingo, 4 de diciembre de 2011

VII


Alicia, pero sin el país de las Maravillas, Alicia a secas.
Alicia, escribía finales sin historia, y comienzos sin palabras. Podría perderse en una multitud sin gente y encontrarse en el agujero que había en su estrecho corazón enlatado. Buscaba expectativas en las nubes que la ignoraban y saboreaba el espacio del infinito.
Tenía unas pupilas capaces de cerrar el silencio hasta dejarlo en virutas de rabia, abofeteando el aire en forma de preguntas que bailaban entre su cuerpo y el mío, devolviéndomelas envueltas en gotas de hielo que se deshacían en mis manos. Sabía que los demás no se acercarían, pero le daba igual. Después de todo, la única cosa que la diferenciaba del resto era que supo aceptar a ese monstruo que todos llevamos dentro. Era eso, al fin y al cabo, lo que la hacía libre…
.
¿no?